Los tributos musicales ¿debemos fomentarlos o rechazarlos? 

A primera vista no parece dañino en absoluto esta situación, pero si lo analizamos a fondo en realidad, es un cáncer que está acabando con la escena musical poblana y mexicana.

POR VANESSA AMADOR.-Recientemente ha habido un auge en los pubs y bares de música en vivo por realizar “Tributos” a bandas en específico, tales como U2, Caifanes, Pearl Jam, Café Tacuba, Muse, Queen, Iron Maiden, Soda Stereo, Aerosmith, Red Hot Chilli Peppers, Molotov, o a personajes que tienen o tuvieron diversos proyectos reconocidos como Chris Cornell, Jon Bon Jovi, Gustavo Cerati, Enrique Bunbury entre tantos otros más.

Esto sin duda es un nicho ideal para los bares, pues la gente gusta de escuchar en vivo la música de la cual ya es fan, aunque no sea con los músicos originales, simplemente escuchar sus canciones favoritas, pasar una noche con sus amigos y sin pagar un boleto oneroso, sino solamente con el hecho de salir a consumir a un bar local poder tener un “concierto” todo incluido en la cuenta de sus bebidas. Incluso los músicos llegan a esforzarse en vestir de forma similar a la agrupación para dar una ilusión perfecta de que estamos en un concierto de la banda que está siendo “homenajeada”.

A primera vista no parece dañino en absoluto esta situación, pero si lo analizamos a fondo en realidad, es un cáncer que está acabando con la escena musical poblana y mexicana.

¿En qué afecta ésta situación?   

  • Pérdida de identidad

Algunas bandas, por comenzar a hacer este tipo de shows, dejan de lado su propia personalidad como artistas y sonido como músicos, pero algunos, ni siquiera se molestaron en tener una identidad propia, o en realidad no tuvieron tiempo para hacerse de una, sino que simplemente surgieron como performers maleables, neutros, que pueden adoptar cualquier sonido, imagen y estilo necesario para el tributo en cuestión.

Ganan dinero los bares, no los músicos

No vamos a caer en la falsa especulación que todos en algún momento han tenido al tratar de calcular cuánto gana un bar en una noche, porque seguramente el cálculo sería totalmente erróneo y muy probablemente muy por encima de lo que realmente gana, pero no se puede negar que en cada uno de estos tributos se satura de clientes el lugar en cuestión.

Si bien no cobran cover, el consumo por sí mismo es alto, además de que normalmente los bares y pubs que realizan estos eventos son franquicias, lo cual es un claro indicio de que efectivamente, es buen negocio cada una de sus sucursales. No quiero decir con esto que sea malo que un lugar rinda frutos y represente una ganancia fuerte de dinero para el propietario, ése es su propósito y es algo positivo, pero si lo vemos en perspectiva, lo que se les paga a los músicos es insultante al no valorar el trabajo de los que en realidad, son quienes llenan el bar de consumidores, y, por ende, son quienes generan toda esa ganancia.

¿Qué consecuencias tiene esta tendencia? 

Nadie se molesta en escuchar propuestas nuevas
Que una persona acepte y escuche un proyecto nuevo de por sí ya es algo muy complicado de lograr, esto aunado al hecho de que los tributos fomentan el mal hábito de solamente valorar lo ya famoso, lo previamente conocido, propicia que los espacios y las posibilidades de presentar música original sean cada vez más reducidos y con menor calidad.

Para un músico, presentar su trabajo representa el tener que darlo gratis y en dosis pequeñas, es poco valorado y el quórum que puede lograr es escaso, todo esto porque se sigue perpetuando la pésima idea de replicar lo que otros han hecho.

Lo anterior reducido a su esencia es tan absurdo y criticable como pedirle a un arquitecto que reproduzca la catedral de Notre Dame en cada ciudad, sin duda es una obra magnífica, hermosa, digna de respetarse y admirarse, pero no sería trabajo del arquitecto, sino una mera copia de la original. Por otro lado, replicar a la Gioconda, claro que tiene su mérito, pero en realidad, no está creando nada el que la reproduce, simplemente está repitiendo un trabajo ya maravilloso sin aportar nada nuevo.

Sirven como meros imitadores
Quien haya asistido a estos eventos, puede constatar que incluso llegan a vestirse como los integrantes originales, a gesticular y hacer ademanes característicos del artista correspondiente, la voz la modifican para asemejarse a la del real, se mimetizan de una forma tan contundente que pareciera que comienzan a creer que son el mismo famoso, es terriblemente absurdo, lamentable y trágico. Hay una pérdida total de identidad incluso como individuo, mucho más profunda que meramente como un intérprete y esto llega a ser alarmante. Cambian su nombre, adoptan el apellido de su ídolo, incluso su nombre artístico se asemeja ridículamente como “Eder Vadder” o “Abril Labin”.

¿Qué hacer ante esta problemática? 
Es necesario poner un alto a esto y cambiar estas situaciones, es indispensable exigir el que vuelvan a existir espacios para propuestas nuevas. Debemos alentar a los viejos y nuevos músicos a la creación de propuestas originales, a estudiar, nutrirse de información y estimular su creatividad al máximo para generar ideas nuevas, música inédita, así incentivar la mente del público. Evolucionar, proponer, razonar, cambiar. Ya basta de ver a la música como un simple negocio, de propiciar la existencia músicos indolentes y haraganes,  y de fomentar una sociedad conformista que no busca nada nuevo ni propositivo.

Lo anterior no es fácil ni rápido, pero es obligación de todos, tanto artistas como público, el demandar mejor calidad, mejores espectáculos y originalidad a los creadores de espacios artísticos, es hora de acabar con ese círculo vicioso.

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