Apenas comienza el año y ya el viento frío de enero me congela el deseo, te recuerdo tibia con mis manos en tu boca bañándome de tu aliento, quitarme el frío no es nada fácil, he comprado aparatos que deberían calentarme hasta los huesos y no sirven de nada, preferiría tus ojos de fuego mirándome lujuriosa el alma, pero me sigo enfriando hasta los pies como antes de que llegaras, me doy cuenta que el verdadero infierno es helado, que el alma es quién se quema de frío, que se congelan mis alas, que no hay nada que caliente mi cuerpo como lo hacían tus senos en mi espalda, nada que entibie la madrugada como lo hacían tus besos cual luces de bengalas, preferiría tu boca ardiente llena de libidinosas palabras acurrucándome dulcemente mientras de marcharte hablabas, no creí en tus palabras e inocente el amor fue dejándose caer sin que lo notara, más ha de ser solo un vago recuerdo de cuando me amabas, aunque lo más seguro es que sea solo este maldito frío de enero, que me apachurra sin piedad el alma…

Leonardo Gayosso

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